En los últimos años, Venezuela ha sido testigo de una crisis de dimensiones históricas. La Emergencia Humanitaria Compleja y la represión gubernamental han transformado el país en un escenario donde la lucha por la subsistencia y los derechos humanos son un desafío diario. En este contexto, el pueblo venezolano ha desplegado una impresionante capacidad de resistencia y adaptación, donde la solidaridad, las tecnologías y la autogestión son claves para sobrevivir y, al mismo tiempo, alzar la voz contra el autoritarismo.
La precarización de la vida, marcada por una hiperinflación descontrolada y un salario mínimo que para finales de 2024 apenas supera los 4 dólares mensuales, ha obligado a millones a buscar formas alternativas de ingresos en una economía informal que opera bajo condiciones extremadamente adversas. Sin acceso a derechos laborales básicos ni seguridad social, la supervivencia se ha convertido en un reto constante. En este marco, el rol de las organizaciones no gubernamentales (ONG) ha sido esencial. Aunque limitadas, estas han brindado asistencia directa y documentado las violaciones a los derechos humanos, visibilizando a nivel internacional la crisis de derechos en el país.
Redes libres y autogestionadas
En medio de la adversidad, las comunidades venezolanas han desarrollado un espíritu de autogestión que ha resultado fundamental para la supervivencia. En los barrios y urbanizaciones, los vecinos han formado redes de apoyo mutuo que permiten la distribución de alimentos, medicamentos y acceso a servicios básicos como bombonas de gas doméstico y cisternas de agua potable, convirtiendo la organización comunitaria en una herramienta vital. Estas redes también han asumido funciones de alerta temprana frente a represión estatal, y se han utilizado como plataformas para convocar manifestaciones pacíficas.
Es importante destacar que esta organización social tiene una dimensión interseccional. Las mujeres, en particular, juegan un papel central en estas redes de apoyo. Tradicionalmente responsables de garantizar el bienestar del hogar, muchas de ellas han asumido roles de liderazgo en la autogestión comunitaria. Al hacerlo, enfrentan no solo las dificultades propias de la crisis económica, sino también las violencias de género exacerbadas por la misma crisis. Según datos del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) las mujeres participan en más de 90% de las protestas que se registran en Venezuela.
La protesta digital: un nuevo campo de batalla
Con los medios de comunicación tradicionales fuertemente censurados, las redes sociales han emergido como la principal herramienta de comunicación y movilización. A través de plataformas como (X) anteriormente Twitter, Instagram, TikTok, WhatsApp, Signal y Telegram, los venezolanos han encontrado formas de evadir la censura y coordinar acciones de resistencia. Además, estas redes han servido para documentar violaciones de derechos humanos en tiempo real y denunciar abusos que de otro modo quedarían silenciados.
Sin embargo, el uso de la tecnología en este contexto no está exento de peligros. El gobierno ha incrementado su capacidad de vigilancia y represión digital, forzando a los ciudadanos a recurrir a estrategias cada vez más sofisticadas para proteger su identidad y seguridad en línea. La autocensura y el uso de plataformas encriptadas son ahora prácticas comunes entre activistas y ciudadanos comprometidos con la causa de los derechos humanos. Aunque el control gubernamental sobre la red es asfixiante, la resistencia persiste en la arena digital, donde los venezolanos continúan luchando por su derecho a la información y la libertad de expresión.
La economía informal: resistencia creativa en medio de la precariedad
La economía informal en Venezuela no es solo una alternativa al desempleo o la falta de ingresos formales, sino una forma de resistencia ante un sistema que ha dejado de garantizar los derechos económicos más básicos. Desde la venta ambulante hasta el intercambio de servicios y bienes a través de redes informales, los venezolanos han demostrado una capacidad de innovación y resiliencia impresionante. Aunque estas actividades les permiten sobrevivir, también los exponen a un entorno de trabajo sumamente precario, sin acceso a protección legal ni condiciones laborales dignas.
En este marco, las mujeres nuevamente juegan un rol crucial. Muchas han tenido que asumir la carga de generar ingresos adicionales, a menudo bajo condiciones extremas de explotación y sin garantías de estabilidad. El impacto de la crisis ha recaído desproporcionadamente en ellas, quienes, además de enfrentar la violencia económica, se ven obligadas a combinar las responsabilidades del hogar con el trabajo informal, lo que exacerba las desigualdades de género preexistentes.
La diáspora venezolana: un puente entre el pasado y el futuro
Con más de 7 millones de personas fuera de sus fronteras, la migración forzada de todas estas personas ha establecido una conexión vital entre el país y el exterior. Esta comunidad, dispersa por todo el mundo, ha encontrado formas de apoyar a sus compatriotas mediante el envío de remesas, la organización de campañas de sensibilización y el cabildeo internacional para presionar a los gobiernos en la adopción de políticas que favorezcan la transición democrática en Venezuela.
A pesar de estar lejos de su tierra natal, los venezolanos en el exilio han logrado mantener un fuerte sentido de identidad y compromiso con la lucha por los derechos humanos en su país. Su papel ha sido fundamental para amplificar las voces de aquellos que permanecen dentro del país, visibilizando la crisis humanitaria ante la comunidad internacional y recordando que la lucha por una Venezuela libre y democrática no ha terminado.
La resistencia cultural
En medio de la devastación económica y política, la cultura emerge como una de las formas más poderosas de resistencia. A través del arte, la música, el teatro y la literatura, los venezolanos encuentran refugio y una vía para expresar su lucha. Esta resistencia cultural no solo desafía al régimen autoritario, sino que también refuerza la identidad y la esperanza de un pueblo que se niega a ser silenciado. Los medios de comunicación independientes y alternativos, aunque limitados por la censura, han jugado un papel esencial en la difusión de estas expresiones sociales.
Conclusión
La Venezuela contemporánea es un testimonio de cómo la resistencia puede tomar muchas formas, desde la protesta pacífica hasta la creación artística. Enfrentados a una crisis multidimensional que afecta tanto a hombres como mujeres de manera desigual, los venezolanos han sabido sobrevivir y luchar. Las ONG, las redes comunitarias, la economía informal, las plataformas digitales y la diáspora son los pilares que sostienen esta resistencia, mientras el pueblo mantiene viva la esperanza de un futuro en democracia.
Palabras clave: Venezuela, crisis humanitaria, resistencia civil, organización comunitaria, tecnología, economía informal, diáspora, cultura, derechos humanos
MAP 30.09.24 …………